Diario

Lagos y Volcanes de los Andes


Podcast Viaggio Spagnolo

Día 1: Puerto Varas - Ensenada (46 km)

El viaje comienza desde Puerto Varas, con el Lago Llanquihue reflejando la imponente figura del Volcán Osorno. Los caminos se abren ante nosotros, silenciosos, como si siempre hubieran esperado nuestro paso. Los primeros pedaleos son ligeros, pero el corazón ya late fuerte. Pasamos por pequeños pueblos y bosques frondosos, mientras el lago nos acompaña como un viejo amigo. La noche nos encuentra en Ensenada, con la sensación de que el mundo empieza a revelarse poco a poco.

Día 2: Ensenada - Peulla (57 km: 17 en bicicleta, 40 en ferry)

Salimos de Ensenada al amanecer, el aire es fresco y la carretera bordea el Lago Todos los Santos. Pedaleamos entre paisajes dominados por el verde y el azul, hasta Petrohue, donde abordamos un ferry. La travesía por el lago es tranquila, casi meditativa. Las aguas esmeralda reflejan las cumbres nevadas, y nos sentimos diminutos pero parte de algo más grande. Llegamos a Peulla, un rincón del mundo suspendido en el tiempo.

Día 3: Peulla - San Carlos de Bariloche (88 km: 55 en bicicleta, 33 en ferry)

El Cruce Andino continúa. Pedaleamos entre valles y bosques hacia la frontera argentina. Al cruzar el Paso Pérez Rosales, descendemos hacia Puerto Frías. Los trámites aduaneros nos recuerdan que no solo atravesamos tierras, sino también historias y culturas. Después del ferry en el Lago Frías, nos dirigimos a Bariloche, una ciudad vibrante entre montañas.

Día 4: San Carlos de Bariloche - Villa La Angostura (86 km)

Dejamos Bariloche y nos unimos a la mítica Ruta 40. El viento patagónico nos desafía, pero el paisaje nos sostiene: el Lago Nahuel Huapi nos acompaña, sus aguas profundas reflejan cielos infinitos. En Villa La Angostura, nos detenemos a respirar profundamente la belleza salvaje de estos lugares.

Día 5: Villa La Angostura - Villa Río Hermoso (83 km)

La Ruta de los Siete Lagos nos recibe con sus maravillas: Lago EspejoLago CorrentosoLago Villarino. Las subidas son duras, pero las bajadas regalan panoramas impresionantes. Cada curva esconde un nuevo reflejo de agua, un nuevo suspiro de la tierra. En Villa Río Hermoso, el cansancio se disuelve en una noche de relatos compartidos.

Día 6: Villa Río Hermoso - Puerto Fuy (110 km: 85 en bicicleta, 25 en ferry)

Partimos con el fresco de la mañana, los músculos aún sienten el esfuerzo del día anterior. La subida hacia San Martín de los Andes es exigente, pero la vista del Lago Lacar recompensa el esfuerzo. Despedimos Argentina y cruzamos nuevamente a Chile. Las aduanas parecen pequeños teatros donde se repiten rituales antiguos. El ferry por el Lago Pirihueico nos lleva a Puerto Fuy, entre silencios y reflexiones.

Día 7: Puerto Fuy - Pilinhue (65 km)

El día se abre entre nubes y frescura. La carretera desciende hacia Neltume, atravesando paisajes que parecen pintados. Encontramos el Volcán Villarrica, imponente y envuelto en un velo de misterio. Cada encuentro en el camino —una palabra, un gesto— enriquece el viaje con una humanidad auténtica. En Pilinhue, nos reciben sonrisas cálidas y una comida compartida.

Día 8: Pilinhue - Villarrica (66 km)

Pedaleamos bordeando el Lago Calafquén, entre pueblos y caminos de ripio. El Volcán Villarrica nos observa, con su penacho de humo danzando en el cielo azul. En Villarrica, la ciudad cobra vida con colores y voces, un contraste vibrante tras tanta naturaleza salvaje.

Día 9: Villarrica - Las Hortensias (80 km)

Salimos de Villarrica envueltos en una niebla tenue. Las subidas por caminos de ripio ponen a prueba nuestra resistencia, pero cada metro conquistado es una pequeña victoria. A lo largo del camino, encuentros fugaces con viajeros y locales nos recuerdan que el verdadero viaje se mide en humanidad.

Día 10: Las Hortensias - Loncoche (85 km)

La carretera serpentea entre campos y pequeños pueblos. Cada pausa es un momento de conexión: un café ofrecido, una charla improvisada. El cansancio se mezcla con la alegría simple de estar allí, en ese camino.

Día 11: Loncoche - Panguipulli (70 km)

Pedaleamos entre colinas ondulantes y bosques perfumados. El Lago Panguipulli nos recibe con sus aguas tranquilas. Por la noche, las luces del pueblo se reflejan en el agua, creando una atmósfera de paz y complicidad.

Día 12: Panguipulli - Llifén (78 km)

El camino hacia Llifén es una sucesión de paisajes lacustres y encuentros inesperados. Cada parada se convierte en un relato: rostros, sonrisas, historias compartidas con sencillez. El Lago Ranco se revela como una joya escondida.

Día 13: Llifén - Crucero (86 km)

Rodeamos el Lago Ranco, entre subidas empinadas y bajadas vertiginosas. La calidez de las personas que encontramos en el camino compensa el cansancio. Cada gesto de amabilidad se convierte en un recuerdo imborrable.

Día 14: Crucero - Puerto Mancilla (76 km)

Entre subidas y bajadas, atravesamos paisajes rurales y pueblos aislados. El Lago Puyehue se abre ante nosotros, un espejo silencioso de cielos cambiantes. La noche nos acoge con una cena sencilla y el calor humano de quienes saben lo que significa viajar.

Día 15: Puerto Mancilla - Puerto Octay (53 km)

El Lago Rupanco nos guía hacia Puerto Octay. Las carreteras de ripio nos ponen a prueba, pero los paisajes recompensan cada esfuerzo. Cada encuentro en el camino se convierte en parte de nuestra historia.

Día 16: Puerto Octay - Puerto Varas (69 km)

La última etapa está bañada por la lluvia, casi como un bautismo de agua para sellar el viaje. Cruzamos Frutillar, con sus influencias alemanas y el aroma de café caliente. El regreso a Puerto Varas es un círculo que se cierra, pero el viaje continúa dentro de nosotros.

Pedaleamos durante 16 días, recorriendo 1.163 km y enfrentando 14.894 metros de desnivel. Pero lo que queda son las historias, los encuentros, los paisajes grabados en la memoria.

Como escribía Bruce Chatwin: "El verdadero viaje nunca es solo una cuestión de kilómetros." Y Jack Kerouac nos recuerda: "El camino es la vida."

Al final, el verdadero viaje es la humanidad encontrada a lo largo del camino.